lunes, 30 de noviembre de 2015

Olores prototípicos como signo de identidad

¡Hola viajeros!

¿Habéis pensado alguna vez que un aroma o perfume define nuestra personalidad? ¿Y que hay cantidad de olores que definen una estación del año? ¿Nunca os han dicho eso de "este perfume me recuerda a ti"?

Como ya sabéis, las estaciones del año se definen así mismas por alguna peculiaridad, como puede ser el color de los campos en primavera, la caída de las hojas en otoño, la desnudez de los árboles en invierno y esos días de niebla, las elevadas temperaturas del verano , sus amaneceres y atardeceres que nos brinda, y un sin fin de aspectos más.

Seguramente, son cosas que a lo largo de nuestra vida hemos ido observando, pero también hay aromas asociados a esa época del año. En primer lugar, en otoño, el olor que está más asociado y que nos recuerda a él y creo que estaréis de acuerdo conmigo es el de la humedad. Llueve, llueve y siempre el mismo olor que lo acompaña. Un olor también típico del otoño es el olor a castañas asadas. En segundo lugar, el invierno, la estación más blanca y mágica del año. Blanca por sus intensas nevadas que nos dejan paisajes dignos de admirar y mágica por la Navidad. Al invierno asociamos, quizás, el olor de un taza de chocolate o café caliente, el sabor de los mantecados. En tercer lugar, la primavera, una pasarela de colores por todos lados como también diría que, es la época con más olores caracteristícos, como por ejemplo, el aroma a jazmín, a rosas, a romero, a lavanda, a mimosa. Y en último lugar, el verano, el aroma más asociado diría que es el olor a mar, el olor a césped recién cortado cuando vamos a la piscina, el olor a las frutas típicas como la sandía o el melón, el olor a tierra mojada de esas tormentas de verano.

La mayor parte de los aromas definen por sí solos algo en concreto a nuestro alrededor. Uno de ellos que nos acompaña  a lo largo de nuestras vidas es el perfume o la colonia que solemos utilizar. Es algo que nos representa, que nos define.

Estudios psicológicos recientes demuestran que las personas que usamos perfume frecuentemente tenemos una actitud social más abierta y tenemos más facilidad para las relaciones sociales que los que no usan perfume o lo hacen sólo ocasionalmente.

Desde los sumerios, 3.500 años antes de Cristo, hasta nuestros días el ser humano ha mezclado ungüentos y sustancias para mejorar su olor. En los antiguos rituales romanos, los sacerdotes del templo echaban al fuego flores aplastadas, hojas, madera, especias y resinas aromáticas para obtener el favor de los dioses. El aroma se desprendía a través del humo (per fumum) y éste es el origen mítico y sagrado de la palabra perfume

La clasificación de las fragancias se recoge en la siguiente rueda:


Hay una gran variedad: floral, herbal, oriental, frutal, amaderados.

Cuando nacemos hay un olor que nos define a todos: el agua de colonia más famosa de todas, nenuco. Es oler a nenuco e imaginarnos el rostro de un lindo bebé. Cuando vamos creciendo y nuestra personalidad se va formando, el aroma de esta colonia será diferente en función de cómo van cambiando nuestros pensamientos, cómo nos sentimos, las experiencias vividas, las personas que conocemos. Todo influye, aunque no lo parezca y ciertas etapas condicionan nuestra elección del perfume. Habrá épocas que prefiramos olores que nos hagan sentir la fuerza y motivación suficiente para enfrentar el día, y otras épocas que elijamos fragancias menos intensas.

¿ Y vosotros qué tipo de fragancias preferís? ¿Os define siempre la misma fragancia?

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