lunes, 21 de diciembre de 2015

Sabor y emoción

¡¡¡Hola viajeros!!! Lo primero ¡¡Feliz Navidad a todos y que empecéis el año con buen pie!. En segundo lugar, hoy quería hablaros de cómo el sabor puede condicionar nuestro estado de ánimo, llegando incluso a resultar medicinal para nosotros.

Si investigamos un poquito por internet podéis encontrar que en la mayoría de los estudios realizados sobre este tema postulan la idea de cómo el estado de ánimo de una persona puede condicionar la percepción del sabor. Para matizar un poco, me ha llamado la atención la investigación realizada por Robin Dando y Corina Noel para la revista de Appetite.El estudio se centró en este hecho, concretamente cómo aquellas emociones que surgían de los resultados de los partidos de hockey de la universidad podrían estar relacionadas con los sabores como el dulce, salado, amargo, ácido y umami (sabroso) de los fans.

Los fans sentían una gran alegría en las victorias y se hundían en las derrotas. Al final de cada partido a los aficionados se les daba un helado de caramelo y un sorbete de lima-limón. En general los aficionados preferían el helado de caramelo mucho más que el sorbete, pero cuando el equipo local ganaba, el sorbete se disfrutaba y obtenía puntuaciones hedónicas más altas. En otras palabras, cuando el equipo local ganó, los aficionados disfrutaron de la comida menos preferida también.

Cuando las emociones eran positivas ( resultados positivos en el partido)  mayor era la intensidad del sabor dulce y menor la del amargo. 

Cuando las emociones eran negativas (resultados negativos en el partido) el sabor amargo aumentaba en intensidad y a la vez el sabor dulce perdía intensidad.

Este estudio nos hace pensar que si el sabor amargo disminuye y el dulce aumenta (con las emociones positivas) ocurrirá que tengamos una mayor aceptación a un mayor número de alimentos y así fue, cuando había victorias los sujetos puntuaban como más placenteros sabores que en principio no eran de los preferidos. Los sabores salados, umami y amargo no se veían afectados por derrotas o victorias, no parecían estar relacionados con ellas.

¿Habéis sentido alguna vez la necesidad imperiosa de tomar un trozo de chocolate para "encontraros mejor" en una situación determinada? Y es que el chocolate en algunas ocasiones funciona como un efecto placebo. Es decir, que este trozo de chocolate carece de acción curativa pero produce un efecto terapéutico si la tomamos convencidos de que resultará eficaz.

¿Os ha parecido interesante esta entrada? :)

lunes, 30 de noviembre de 2015

Olores prototípicos como signo de identidad

¡Hola viajeros!

¿Habéis pensado alguna vez que un aroma o perfume define nuestra personalidad? ¿Y que hay cantidad de olores que definen una estación del año? ¿Nunca os han dicho eso de "este perfume me recuerda a ti"?

Como ya sabéis, las estaciones del año se definen así mismas por alguna peculiaridad, como puede ser el color de los campos en primavera, la caída de las hojas en otoño, la desnudez de los árboles en invierno y esos días de niebla, las elevadas temperaturas del verano , sus amaneceres y atardeceres que nos brinda, y un sin fin de aspectos más.

Seguramente, son cosas que a lo largo de nuestra vida hemos ido observando, pero también hay aromas asociados a esa época del año. En primer lugar, en otoño, el olor que está más asociado y que nos recuerda a él y creo que estaréis de acuerdo conmigo es el de la humedad. Llueve, llueve y siempre el mismo olor que lo acompaña. Un olor también típico del otoño es el olor a castañas asadas. En segundo lugar, el invierno, la estación más blanca y mágica del año. Blanca por sus intensas nevadas que nos dejan paisajes dignos de admirar y mágica por la Navidad. Al invierno asociamos, quizás, el olor de un taza de chocolate o café caliente, el sabor de los mantecados. En tercer lugar, la primavera, una pasarela de colores por todos lados como también diría que, es la época con más olores caracteristícos, como por ejemplo, el aroma a jazmín, a rosas, a romero, a lavanda, a mimosa. Y en último lugar, el verano, el aroma más asociado diría que es el olor a mar, el olor a césped recién cortado cuando vamos a la piscina, el olor a las frutas típicas como la sandía o el melón, el olor a tierra mojada de esas tormentas de verano.

La mayor parte de los aromas definen por sí solos algo en concreto a nuestro alrededor. Uno de ellos que nos acompaña  a lo largo de nuestras vidas es el perfume o la colonia que solemos utilizar. Es algo que nos representa, que nos define.

Estudios psicológicos recientes demuestran que las personas que usamos perfume frecuentemente tenemos una actitud social más abierta y tenemos más facilidad para las relaciones sociales que los que no usan perfume o lo hacen sólo ocasionalmente.

Desde los sumerios, 3.500 años antes de Cristo, hasta nuestros días el ser humano ha mezclado ungüentos y sustancias para mejorar su olor. En los antiguos rituales romanos, los sacerdotes del templo echaban al fuego flores aplastadas, hojas, madera, especias y resinas aromáticas para obtener el favor de los dioses. El aroma se desprendía a través del humo (per fumum) y éste es el origen mítico y sagrado de la palabra perfume

La clasificación de las fragancias se recoge en la siguiente rueda:


Hay una gran variedad: floral, herbal, oriental, frutal, amaderados.

Cuando nacemos hay un olor que nos define a todos: el agua de colonia más famosa de todas, nenuco. Es oler a nenuco e imaginarnos el rostro de un lindo bebé. Cuando vamos creciendo y nuestra personalidad se va formando, el aroma de esta colonia será diferente en función de cómo van cambiando nuestros pensamientos, cómo nos sentimos, las experiencias vividas, las personas que conocemos. Todo influye, aunque no lo parezca y ciertas etapas condicionan nuestra elección del perfume. Habrá épocas que prefiramos olores que nos hagan sentir la fuerza y motivación suficiente para enfrentar el día, y otras épocas que elijamos fragancias menos intensas.

¿ Y vosotros qué tipo de fragancias preferís? ¿Os define siempre la misma fragancia?

Fenómeno de Proust

¡Hola viajeros!

Para comprender un poco mejor el sabor de los alimentos nos pueden recordar un momento vivido o el olor de un perfume nos puede recordar a una persona,me gustaría hablaros del efecto conocido como "Fenómeno de Proust" o también llamado "Magdalena de Proust". Esto quiere explicarnos como asociamos las experiencias sensoriales con nuestros recuerdos. 

Este hecho se lo debemos a Marcel Proust, un escritor francés, que a principios del siglo XX, publicó la obra "En busca del tiempo perdido" que consta de siete partes publicadas entre 1913 y 1927, de las que las tres últimas son póstumas. La obra se adentra en la memoria del narrador: sus recuerdos y los vínculos que éstos crean. El autor en uno de sus pasajes, "Por el camino de Swann", cuenta el episodio de la magdalena mojada en té caliente por el protagonista, cuyo gusto supone para éste la aparición de un recuerdo infantil que parecía perdido: el recuerdo de los pedacitos de magdalena humedecidos en té que su inválida tía-abuela Léonie le daba cuando, siendo un niño, pasaba con su familia las vacaciones en Combray.

 ¿Y vosotros, habéis vivido el fenómeno Proust?


Quiero deciros que yo sí, y la historia es la siguiente: Cuando era muy pequeña solía ir a veranear con mi familia a la zona de Huelva (Andalucía), concretamente a Punta Umbría. Solíamos ir de camping, a uno cercano de la playa y del pueblo. Esas vacaciones eran especiales por todo: por el olor a mar, por el pueblo, por el chiringuito de la playa, la cercanía de la gente de Andalucía...¡¡me sentía como en casa!!. Mi momento favorito de esos días era la hora de ir a la playa. Cuando llegábamos lo primero era buscar una zona donde clavar la sombrilla y después crema solar para protegernos del sol. ¡¡Mi madre me llenaba de crema por todo el cuerpo!!. Pues bien, esa crema tenía un olor especial a coco.


Era tan especial ese olor a coco que me ha estado recordando a lo largo de mi vida esas vacaciones tan mágicas.


Decidme, contadme, de un olor que os haya evocado un recuerdo.

domingo, 29 de noviembre de 2015

Érase una vez...





Queridos viajeros:

¿Tenéis preferencia por algún plato de comida en general? ¿Alguna vez el sabor de una comida os ha hecho recordar un momento de vuestras vidas? ¿Y un olor?. Pues bien,¡preparad vuestra maleta porque nos vamos de viaje!.



Será un viaje por aquellos recuerdos más dulces, amargos, agridulces de nuestras vidas. Una grata estancia recordando aquellos olores, sabores, que nos evocarán las emociones más intensas pero que nunca olvidaremos... Sin darnos cuenta asociamos algunos de nuestros sentidos con situaciones determinadas en nuestra vida diaria.


          ¿Me acompañáis en este viaje?



                                         ¡¡¡ LET´S GO !!!